Las continuas apariciones de la number two en todo tipo de medios de comunicación, afines o colonizados, hace que nos la encontremos hasta en la sopa, con esa actitud de perdonavidas en su rictus prepotente y su dedo con el que lejos de señalarnos, lo que pretende es hacer blanco en nuestro ojo.
No sólo ella, sino un buen puñado de dirigentes y palmeros del Partido Popular, ha mantenido una actitud semejante durante el transcurso de las campañas electorales en Asturias y, sobre todo en Andalucía.
Su seguridad en el triunfo era tan insultante que, incluso, la presentación de los presupuestos generales del Estado, fue condicionada a esos supuestos triunfos, que iban a derramar la lluvia azul sobre el mapa de España y convertirnos a todos en pasto de la redención.
Esta señora con aspecto de teresiana de malas pulgas se relamía con la mieles del triunfo. Seguro que ahora estará pensando que las moscas se las han arrebatado de los labios.
La ideología de la Susanita del genial Quino ha tomado cuerpo…
Su condescendencia, sin duda, alcanzará las mayores cotas. Su paternalismo será proverbial. Sus intenciones quedarán al descubierto.
A Susanita de Cospedal, anonadada todavía por el peso de la realidad andaluza, que se ha puesto por montera las previsiones de las encuestas, le va a costar asimilar no haber sido capaz de lograr la mayoría absoluta. Le falló el adoctrinamiento, como decía el personaje de una preciosa película de Adolfo Aristarain.
Pero la criada le ha salido respondona y, mira tú por donde, la ha dejado con un palmo de narices y con la frustración de no haber sido capaz de arrebatar el poder al diablo colorado de la izquierda que, con toda seguridad, le sacará burla en la futura formación de gobierno andaluza.
Susanita de Cospedal se ha apresurado a decir que lo blanco no es blanco ni lo negro negro y que qué tiene que ver la nariz para comer trigo. El revolcón inesperado en Andalucía no tiene nada que ver, según ella, con que a Rajoy y a sus lapas políticas se les haya visto el plumero.
Desde el PP dicen que hay que diferenciar entre autonómicas y generales