Gafe (RAE): Dicho de una persona: Que trae mala suerte.

A los buenos aficionados al fútbol, estoy seguro de que no les costaría mucho tirar de memoria para confeccionar una lista de jugadores nacionales, que podría decirse han estado perseguidos por algo parecido a la mala suerte. No me refiero al aspecto físico ni a lesiones importantes o incluso invalidantes. La lista a la que me refiero estaría formada por aquellos que acumularon más de dos descensos de categoría en sus correspondientes carreras. Esta lista sería mucho más larga si a ella incorporásemos también los entrenadores.

Para aquellos que no posean buena memoria o no hayan sentido curiosidad por detenerse a analizar esa circunstancia, ahí está eso que hace tiempo se llama hemeroteca y puede consultarse para realizar las oportunas comprobaciones.

Lo cierto es que con Internet o sin él podemos constatar que ha habido algunos jugadores que han sufrido en sus carnes más de dos descensos a segunda división.

A priori, podríamos pensar que eso le ha podido ocurrir a futbolistas, cuya carrera ha resultado mayoritariamente ligada a clubes modestos y, por tanto, con mayores probabilidades de perder la categoría que otros de más rancio abolengo. Sin embargo, no siempre ha sido así. Ha habido jugadores de cierto caché, que formando parte de equipos que teóricamente no eran candidatos al descenso, acabaron en segunda división de manera sorprendente.

A esos jugadores, la superstición deportiva popular les colocó sin paliativos la etiqueta de gafe.

Estos días, me han venido a la memoria aquellos tiempos en los que al ver la confección de las plantillas, al inicio de la liga, comentaba de coña con mi hermano que tal o cual equipo debería de llevar cuidado, porque había fichado a fulanito, «experto» en descensos. Más de una vez, mi advertencia fue premonitoria.

Sé que la política y el fútbol tienen poco que ver, pero…

El caso es que el comportamiento de Toni Cantó ha hecho planear sobre mis recuerdos la figura del gafe futbolístico. A este político de la legua, no hay duda, le va como anillo al dedo.

 

Este personaje de actitudes y verborreas apócrifas, ademanes impostados, pinta de galán cercano a la tercera edad y vaivenes ideológicos de gran tonelaje, realizó una mediocre interpretación ante los micrófonos y las cámaras de los medios informativos, que lo esperaban a la salida de la reunión de la ejecutiva de su anterior partido.

Ante la oportunidad pintiparada que los periodistas le ofrecían, su sobreactuación afectada, propia de la «honradez recompensada siempre en España», como bien diría el genial Marsillach, le hizo casi lloriquear al reconocer campechanamente estar triste, cabreado, jodido y encontrarse en un estado lamentable (sic).

Prensa, tertulianos y analistas políticos no tardaron en alabar la actitud del cariacontecido político, cuando proclamó a los cuatro vientos que dimitía de la ejecutiva de Ciudadanos y renunciaba a su acta de diputado.

Lo curioso fue que a algunos les convenció tanto la interpretación, que se la creyeron y todo. Que se lo pregunten, por ejemplo, a Risto Mejide.

Seguramente, fue porque les quedan lejanos aquellos míticos Estudio 1 de TVE, llevan poco cine sobre sus espaldas y parece que nunca escucharon esta canción, cuya letra parece escrita expresamente para la representación del señor Cantó.

 

 

La desilusión del señor Cantó duró tanto como la alegría en la casa del pobre o un pirulí a la puerta del colegio. Su agente, es de suponer, no recibiría los plácemes de la farándula ni llamada alguna de Hollywood. Sin embargo, el otrora actor, que ha dedicado su tiempo en los últimos ocho años a un ensayo continuo, sucumbió ipso facto a los cantos de sirena del todavía líder del Partido Popular y cayó rendido a sus brazos y al número cinco en la lista de la candidatura de Díaz Ayuso a la comunidad de Madrid.

 

 

Antes de que su amor platónico sucumbiese a los más bajos instintos pasionales, el político actor se despachaba a gusto contra el partido que ahora le abre las puertas que él atraviesa sin el menor rastro de vergüenza. Antes, en cambio, prefería morir a pecar, dedicando lindezas en forma de exabruptos.

“Los españoles que quieren un partido que no luche contra la corrupción, que voten al PP”.

“Según los jueces, es usted la secretaria general de un partido que forma parte de una empresa criminal conjunta”.

Newtral Hemeroteca

Claro que eran otros tiempos y otro PP, nos diría el número cinco con toda probabilidad. Si Saulo, recaudador de impuestos y furibundo anticristiano, abrazó la fe nada más caerse del caballo y acabó convertido en San Pablo, para escribir epístolas a diestro y siniestro, qué no habría de ocurrirle a un antiguo actor, capaz de tragar sapos y culebras.

«Isabel Díaz Ayuso es una líder a la que admiro, que ha demostrado estar muy acertada en sus decisiones y ser muy valiente en un momento muy delicado, frente al ataque de toda la izquierda de España».

 

«Es esencial que esta comunidad siga siendo ejemplo de libertad en Europa y motor económico de España».

Bueno, pues el antiguo flagelo acaba convertido en flagelado. Lo que son las cosas. Aunque, algunos estamos curados de espanto, dada la trayectoria de semejante personaje o de los dos, mejor dicho.

El nuevo cruzado lleva a sus espaldas el hundimiento del primer partido por el que obtuvo representación parlamentaria, UPyD, del que huyó despavorido por motivos ideológicos y por el olor a cadáver que despedía la formación. Primer partido siniestrado a su sombra.

Ahora, ha cogido el mazo que le ha tendido el PP para contribuir al proceso de demolición del segundo partido, Ciudadanos.

Aunque la experiencia cinematográfica del señor Cantó es tan breve como exigua, podría ser contratado pera un remake de esta película, sobre todo por el título de la misma:

Albert Rivera (¿intrigante en la sombra ahora?) lo acogió en su seno tras la deserción de UPyD y las declaraciones contra la líder del partido Rosa Díez, a la que acusó de haber destrozado el partido. Arrimadas ha sido pagada con la misma moneda y con la misma acusación.

Especialista en fugas, el señor Cantó se repite más que el ajo. También es reiterativo, por lo visto, en meteduras de patas y difusión de bulos, según recoge la sección Tremending de Público:

Las mejores ‘cantadas’ de Toni Cantó antes de llegar al PP: bulos, meteduras de pata y ataques a la izquierda

Parece que en ese sentido ya ha prestado el primer servicio a su nuevo partido, difundiendo un twiter en el que aseguraba el cierre del Hospital Isabel Zendal en el caso de que la izquierda gobernase en Madrid. Luego, lo borró, al más puro estilo de «enmierda que algo queda».

En fin, el señor Cantó lleva descenso y medio, a falta de confirmarse el definitivo de Ciudadanos, que mucho me temo acabará produciéndose. Un espléndido currículum, que es susceptible de mejorar.

 

 

Si yo fuese gerifalte del PP, no las tendría todas conmigo. Me preocuparía la proclive tendencia del nuevo fichaje a la alabanza fácil al míster de turno, ya que ha solido ir acompañada de una desbandada aún más fácil y una posterior diatriba furibunda contra el primigenio club de sus amores, al menor atisbo de turbulencia o de que las cosas viniesen mal dadas. En esa técnica, el supuesto medio centro, de reciente adquisición por Casado y el excampeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna, ha demostrado ser un experto de categoría.

Si el contratado liquidador acabase llevándose  por delante al actual PP, cosa que parece inalcanzable, pero que habría que mirar con lupa por los posibles bandazos ideológicos en el seno del partido y la constante canción de cuna que algunos de sus miembros le cantan a VOX, no sería de extrañar que esa fuese la siguiente parada en la trayectoria vertiginosa del político actor.

Sería sin duda un guiño al título de la famosa y longeva serie en la que participó en sus dos primeros años de emisión de las quince temporadas que se mantuvo en antena.  En la segunda temporada, el guionista quizá lo caló y le proporcionó una frase más que premonitoria: «Ni remordimientos ni mala conciencia tú, debería dedicarme a la política».

 

 

Con tres descensos en su haber y un currículum envidiable, quizá en el fuero interno de Toni Cantó, las aspiraciones apuntasen mucho más alto todavía. Si un  mal actor llegó a ser presidente de la entonces más poderosa nación de la tierra, ¿por qué no soñar despierto? Al fin y al cabo, es gratis, aunque algunos cobren y muy bien por ello.

A mí me gustaría recordarle al huidizo politicastro, más que nada por meterle un poco el dedo en el ojo, que la última contribución cinematográfica de Ronald Reagan, gran film por cierto, llevó este título en España:

 

 

¡Ojo con los malos farios!

Por su más que evidente condición de gafe, el Partido Popular debería hacerse mirar la contribución del personaje, que han incrustado con calzador en las listas de la comunidad madrileña.

Ya se sabe aquello de lo que hay que hacer cuando se vean cortar las barbas de tu vecino.

El que avisa no es traidor.