Desde la aparición de esta formación política, si es que esta corriente mereciera semejante calificativo, tuve el propósito de referirme lo menos posible a ella en este blog, con la firme intención de minimizar la publicidad de sus intolerantes e intolerables postulados ideológicos, el tufo supremacista de sus líderes, la jactancia prepotente y la chulería ofensiva, instalada en su discurso beligerante, la defensa carpetovetónica de añoranzas imperiales, el revanchismo trasnochado, supurante de inquina, la condena al diálogo, la mezquindad manipuladora y la profunda y peligrosa incultura, de la que presume y ondea como si de una bandera se tratase.
He escuchado a algunos justificar las maneras de matones de barrio, adoptadas sistemáticamente por sus líderes y portavoces, bajo el débil paraguas de que este partido se ha convertido en la tercera fuerza política del país, como si eso otorgase patente de corso para difundir proclamas e ideas, no rayanas en el fascismo, sino sumergidas plenamente en él.
Ese argumento de ciertos periodistas, número mayor del que a simple vista parece, cuya intención es blanquear a la formación ultraderechista, tiene la misma consistencia que el sofisma instalado en que la mierda es buena porque millones de moscas no pueden equivocarse.
Tal vez, a esos periodistas, les haría falta una seria introspección moral para vislumbrar que eso que alguien bautizó como equidistancia no es más que un torpe eufemismo de la complicidad. Aunque, para qué engañarnos, la humildad y la autocrítica son deportes poco practicados en España, donde cada vez es más frecuente que la información sea secuestrada por la opinión partidista y el tertulianismo barriobajero y chabacano.
¡Grande, Forges, sin duda, que supo reflejar como nadie el único argumento que con excesiva frecuencia son capaces de utilizar determinados tertulianos, cuyos nombres todos tenemos en la punta de la lengua!
Una dos y tres: ¡Culo en pompa! De ahí fluyen un sinfín de ideas tertulianas.
Ese esfuerzo adoctrinante y blanqueador de ciertos tertulianos, impuesto o no por los amos de los medios para los que trabajan, con el fin de reclutar oyentes o espectadores a la causa que defienden con uñas y dientes, les lleva a distorsionar la verdad, manipular la realidad y tergiversar la imparcialidad. Solo les falta pedir el voto para tal o cual partido de forma directa. Aunque, a veces…
En este territorio, se mueven como pez en el agua, especialmente, los blanqueadores de la ultraderecha, los magos de los matices y los birlibirloques, los fabricantes de la insidia del «Sí, pero…» y «Del tú más», los que establecen comparaciones que no vienen a cuento, con tal de desviar la atención hacia donde a ellos les interesa.
Lamentablemente, con excesiva frecuencia, la labor de zapa persistente de estos individuos se ve favorecida por la dejación de funciones de los moderadores de los programas en los que estos adalides están presentes como tótems intocables e inamovibles.
En aras de una malentendida libertad de expresión, los teóricos moderadores o conductores les permiten comentarios por lo bajini, mientras no están en el uso de la palabra, cuando no, gritos desaforados, interrupciones constantes para evitar que pueda ser escuchada la opinión distinta o sea convenientemente eliminada a base de ruido, chascarrillos con mala sombra y una batería de gestos despreciativos y jocosos, puntualmente recogidos y resaltados por la realización televisiva, mientras se escuchan en off las palabras del otro tertuliano, al que se le está faltando al respeto flagrantemente.
Si alguien no sabe a lo que me refiero o tiene dudas, puede echarle una ojeada al paradigma, institucionalizado por el programa La Sexta Noche.
Si, pese a la tosquedad evidente de sus métodos, resultan peligrosas estas cohortes en tareas blanqueadoras, mucho más lo son determinadas actitudes, mantenidas por algunos magistrados que, no digo yo que no ajusten a derecho sus resoluciones, pero que sí las alejan muy mucho del sentido común, el menos común de todos los sentidos, por cierto.
Precisamente, esta extendida falta de sentido común se hace más patente en la arena política, donde candidatos y ad láteres de todo tipo u opinadores profesionales chapotean en el fango sin la menor vergüenza. De esa manera, en aras de un «todo vale», convertido en dogma de fe, vulneran la decencia.
No importa lo que se diga, siempre habrá un palmero en nuestras vidas o un coro de ellos para justificar lo injustificable. Siempre habrá alguien que trate de darle la vuelta a la gramática, careciendo, por supuesto de la inteligencia de Les Luthiers; siempre habrá un enredador de la semántica, baboseando; siempre brotará un paladín desde, por y para la inmundicia.
No importa que se llame mantenido al necesitado, alguien lo convertirá en un eufemismo versallesco y castizo, que la aspirante a gobernar la comunidad de Madrid supo utilizar con arte torero. Qué importa que se dilapiden millones en la construcción de un hospital innecesario, en vez de aumentar los recursos públicos en la asistencia primaria. Da igual. Todo vale. Todo es posible en el reino de jauja. Al fin y al cabo, en Madrid, que es España dentro de España, pero al margen, se lucha contra coronavirus desde el interior de bares y cafeterías. «¡No pasarás, bicho!». ¡Palmeros al poder!
La alimentación de la serpiente ultraderechista, engordada a base de la demonización de cualquier sentimiento nacionalista, ha acabado convirtiéndola en un monstruo de siete cabezas, que puede dejar tiritando a la derecha tradicional.
Los palmeros lo saben. Por eso, se apresuran a realizar comparaciones sin sostén entre la extrema derecha y Unidas Podemos o, incluso, a resucitar en los debates a la extinta ETA, con tal de trivializar comportamientos nauseabundos y actitudes incalificables, como el de la diputada que, desde la tribuna del Congreso, admitió que «Están a favor de la unidad nacional. Son nuestra gente», refiriéndose a los integrantes del chat de altos mandos del Ejército, que llamaron a fusilar «a 26 millones de hijos de puta» y a dar un golpe de estado.
Olona sobre la carta de antiguos cargos militares al rey:
El descaro y la impunidad no tienen límites.
El blanqueo puede alcanzar cotas insuperables de surrealismo, permitiéndose aceptar tiros en la nuca de la Historia.
Resulta que para el Tribunal Supremo estas bochornosas manifestaciones fueron un perfecto ejemplo de libertad de expresión y no constituyeron un delito de incitación al odio ni pudieron percibirse en ellas calumnias o injurias graves.
Curiosamente, no siempre ha sido utilizada la misma vara de medir para las distintas libertades de expresión.
En cualquier caso, como mucho, el único castigo a aplicar al agrio entrevistado sería un viaje a través del túnel del tiempo para que mi profesor de cuarto de bachiller le enseñase Historia Universal o, más concretamente, Historia de Aquí, como diría Forges.
¡Viva el blanqueo!
¡Claro! El pobre está arrepentido y solo lo hizo «por pasar el rato y matar el tiempo». ¡Menos mal que era lo único que quería matar, según la Audiencia Nacional!
El blanqueo debe continuar, porque según los palmeros oficiales del PP no debe producirse un cordón sanitario a una formación política que ha dado sobradas muestras de conducta antidemocrática. Si así se hiciese, se pondría en peligro el gobierno de dicho partido en determinadas autonomías, alcaldías y, quién sabe, en el de la nación en un futuro prometedor.
Los palmeros alaban a Alemania cuando les interesa o para zurrar la badana al gobierno nacional, que definen como socialcomunista, pero cuando allí ejercen un cordón sanitario contra la ultraderecha, dan la callada por respuesta.
Según los blanqueadores, cualquier cosa y cualquier aliado son válidos para sujetar la vara de mando, excepto, claro está, del demonio con cuernos, representado en la figura de Pablo Iglesias, a quien resulta divertido vilipendiar.
En el rizo de los rizos, se llega a poner en duda la veracidad de unas abyectas amenazas de muerte, como hizo la candidata de VOX a la comunidad de Madrid.
No tenemos que extrañarnos demasiado, puesto que un compañero de partido de la susodicha ya había enseñado el camino a los que han enviado las balas por correo.
Por qué se ha dejado de hablar a los chicos en los institutos de quien fue Franco y quienes son sus vestigios que todavía sobreviven en el ambito de lo público?
Por qué no se dan debates abiertos , pero bien medidos, en los medios de comunicación públicos de quien fuera Hitler, como llegara al poder y los millones de personas que llevó a la mierte buscando los paralelismos con el legionario y su monja?
Ya sabemos que si la memoria no se mantiene y se alimenta, volveremos siempre al punto de partida que quiere el fascismo; ahora llamado TEA PARTY
Por qué Angels Barceló no invitó a la monja a abandonar el programa?
Con esta gente: POCA BROMA
En el fondo, la triste conclusión no es otra que, en España, son los herederos de Franco los que cortaban y siguen cortando el bacalao. Y no me refiero a su familia, sino a la legión de privilegiados que dejó atada y bien atada tras su muerte.
Durante una buena temporada estos privilegiados estuvieron cómodamente instalados en el PP, porque les iba muy bien, saltando de corrupción en corrupción.
Cuando comenzaron a perder caché y a verle las orejas al lobo, dieron una vuelta de tuerca y colonizaron VOX. Por eso, necesitan su blanqueo.
La sombra embalsamada de Franco es muy alargada, tanto que se cuela por las rendijas de los tribunales para pretender que se le devuelva a su familia lo que en illo tempore fue expoliado y almacenado en el Pazo de Meirás.
Resulta problemático, por ejemplo, que doña Emilia Pardo Bazán le legara su biblioteca al dictador a través de una sesión de espiritismo, aunque como argumento de una película surrealista tenga su enjundia.
En cuanto al comportamiento de Angels Barceló, reivindicando su condición de demócrata ante la esfinge de VOX, solo cabe calificarlo como esperpéntico.
Parece que confundir el culo con las témporas es políticamente correcto, pero absolutamente ineficaz para combatir el totalitarismo que, por cierto, colecciona cráneos pelados de demócratas.
Me gustaría introducir algunas reflexiones al hilo de tu post (que comparto plenamente).
Creo que en estos momentos está plenamente vigente lo que se conoce como «Paradoja de Popper» que plasmó este filósofo austriaco en su libro «La sociedad abierta y sus enemigos» en 1945 y que viene a decir: «Si queremos una sociedad tolerante, habrá que ser intolerante con la intolerancia”.
De ahí la paradoja que Popper justificaba diciendo que si se tolera a los intolerantes, entonces éstos acabarían imponiéndose y eliminando la tolerancia como principio y valor de una comunidad.
Esto es lo que ha venido pasando en España desde la muerte del dictador que no solo lo dejó todo atado y bien atado, como se decía en aquellos tiempos, sino que con el paso del tiempo por cobardía o por desidia no se hizo nada por evitarlo.
Llegados a este punto nos damos cuenta de que esa transición que nos parecía cojonuda (cualquier cosa era mejor que lo que había), no fue no solo tan modélica como nos vendieron, sino que fue un fiasco que cerro en falso el franquismo que ha seguido vigente durante todo este tiempo.
La ultraderecha fue muy activa durante la transición y mataba a la gente en la calle (tanto grupos paramilitares, guerrilleros de cristo rey, fuerza nueva, falange… como la propia policía), sirva como ejemplo el magnífico libro de Mariano Sánchez Soler «La transición sangrienta» y el ejercito amenazaba con ruido de sables día sí y día también y la Iglesia incitaba desde los púlpitos (y sigue haciéndolo). En aquellos años más nos valía estar callados no fuera que a alguno de estos del tricornio o de la gorra de plato les diera por entrar en el congreso o en la casa o el despacho de cada cual y llevársenos a dar un paseo.
Después, cuando ya nos tenían a todos acojonados y domesticados, se agazaparon en Alianza Popular (hoy PP), partido político fundado por 8 ministros franquistas (entre otros Fraga Iribarne que justificó la represión de de la huelga minera en el 62 y el 64 en la que se rapó la cabeza a las mujeres de los mineros y se llegó a castrar a uno de los huelguistas; y que, ya muerto Franco se permitió el lujo de decir «La calle es mía» que es lo que pensaban entonces y lo siguen pensando ahora.
Durante ese tiempo se concedieron medallas a torturadores como Billy el niño, se les protegió hasta la nausea y los jueces (ay los jueces que me vas a contar), dieron un permiso a uno de los asesinos de la Calle Atocha para que se pudiera escapar a gusto.
Y hasta aquí hemos llegado en el esperpento que seguimos viendo en los jueces (que no han anulado las sentencias dictadas en los juicios sumarísimos) y que siguen protegiendo a los mismos y en los medios de comunicación que no dejan de blanquear el fascismo. Y sí, esperpéntico fue lo de Angels Barceló y uno no deja de echar de menos lo que hicieron todas las cadenas de televisión USA que le cortaron el micro a Trump.
El huevo de la serpiente ha estado ahí siempre y aletargado ( o no) y ahora ha eclosionado y el aguilucho asoma la cabeza de nuevo, y como «los tolerantes» no hagamos algo, mañana será tarde.
Recordarás que a finales de los 70 en una fábrica abandonada cerca de la estación de Atocha apareció una pintada que decía:
«Vótanos y no tendrás que volver a votar» Fuerza Nueva.
Lo curioso es que aquí hay muchos aprendices de demócratas que se «autoconceden» el título con sobresaliente cum laude, cuando ni siquiera les da para alcanzar el suficiente.
Por eso, la equidistancia de un partido como Ciudadanos, que gobierna en algunas comunidades con el PP bajo el manto de Vox y huye de la posibilidad del cordón sanitario como gato escaldado del agua, blandiendo la desfachatez al sugerir el diálogo con quien proclama a los cuatro vientos el ruido y la furia, sembrando la intolerancia violenta; por eso, a pesar de las manifestaciones de Feijóo y Casado, condenando sin paliativos las amenazas fascistas, aparece la tibieza hipócrita de Martínez Almeida, que tiene el cuajo de reivindicar su pacto con VOX en el ayuntamiento como un pacto de diálogo ejemplar; por eso, Isabel Díaz Ayuso sigue sin negar de forma clara y sin ambages un futuro gobierno con VOX en la comunidad, que no dudará en abrazar como los votos se lo sirvan en bandeja; por eso, los palmeros de los medios de comunicación y otros con intereses espurios y deleznables se hartan de propagar a los cuatro vientos que la solución no es el cordón sanitario; por eso, los inconscientes y los desahogados ocultan su ignorancia o su desvergüenza bajo el escudo de la frase «Aquí no es posible un golpe de estado».
Esa catatonia consentida nos acerca cada vez más al mundo distópico que yo reflejaba en mi «Cuento de las navidades futuras».
La amenaza está cada vez más cerca.