Hace ya mucho tiempo, a finales de septiembre de 2010, comenzó la andadura de este blog.

Como indiqué en la bienvenida, su nacimiento fue debido, fundamentalmente, a la intención de buscar un escaparate en el que dar a conocer mi obra literaria y tratar de establecer una comunicación más directa con quien estuviese interesado en ella.

Durante dos meses, aproximadamente, me dediqué a la arquitectura de su diseño. A finales de noviembre, publiqué mi primera entrada: ¿Interesan los libros de relatos?

Contando esta, han sido 288 entradas, en las que se han colado mis reflexiones y mis inquietudes personales, artísticas y sociales. Sin duda, alguna, una labor que no tengo más remedio que considerar ha sido muy fructífera para mí.

Desde esta primera,

a la última con la que concluirá la entrada de hoy, miles de fotos y de gráficos han acompañado a mis palabras durante este tiempo, tratando de ilustrarlas y ayudar a su comprensión en la medida de lo posible.

A lo largo de estos casi once años, ha habido períodos de mayor dedicación e intensidad, salpicados por alguna pausa necesaria para no desfallecer. Ha habido, pues, puntos y seguido y puntos y aparte. Hoy ha llegado el momento del punto y final.

Por lo tanto, esta es una entrada de despedida, que cierra el círculo iniciado el ya lejano 27 de septiembre de 2010.

Podía haberme marchado en silencio, sin avisar, pero, de la misma forma que anuncié públicamente la creación del blog, me ha parecido procedente hacer lo mismo con su finalización. Los motivos de esta, como diría aquel, son múltiples y diversos, fundamentados principalmente en la comprobación de la futilidad creciente de la tarea que estaba realizando.

El interés que había despertado el blog en sus inicios y el que llegó a alcanzar en sus momentos de máximo esplendor se había venido oscureciendo paulatinamente, apagándose la frecuencia de las visitas de quienes en determinados momentos las habían realizado con asiduidad, terminando por desaparecer. La ausencia de comentarios a las entradas acabó convirtiéndose en un silencio permanente.

No es mi intención realizar reproches, porque siempre he sabido que la vida está constituida por un puzle de rutinas que cobra formas caleidoscópicas, acercándonos y alejándonos de las orillas de diferentes playas, para hacer que finalmente residamos en las que nos encontramos más cómodos o más a gusto, aunque no sepamos por cuánto tiempo.

Mi negativa a formar parte de los diversos entramados, tejidos por las redes sociales, ha tenido que ver con el alejamiento de quienes fueron un día seguidores de este blog.

Lo asumo y respeto su abandono.

Quiero agradecer, por lo tanto, a quienes visitaron estas páginas, bien fuera una única vez o bien lo hicieran de forma periódica o más habitual. Fue por todos ellos por quienes seguí plasmando aquí mis reflexiones durante todo este tiempo.

Gracias, por supuesto, a quienes compartieron total o parcialmente alguno de los contenidos de este blog en cualquiera de los espacios de las redes sociales por los que navegaban de forma habitual. Pero, entre los agradecimientos, quiero resaltar específicamente dos.

El primero de ellos es el dedicado a mi hija Carla. Su impagable e impecable trabajo a la hora de traducir las letras que le enviaba, resultó determinante para permitirme subtitular casi doscientas canciones que formaron parte del proyecto, Canciones del siglo pasado, alojado para siempre en este blog, que la mediocridad mental del señor Youtube ha masacrado.

 

Además de las traducciones, la labor de Carla, dedicada a la difusión de las entradas ha sido continua y, cómo no, una enorme muestra de cariño.

El segundo agradecimiento específico es para mi amigo Luis, la única persona que se ha interesado por las entradas de este blog de forma incondicional y permanente, preguntándome incluso, de vez en cuando, si había publicado algo nuevo, cuando detectaba que llevaba tiempo sin hacerlo.

La soledad de las Canciones del siglo pasado, custodiadas por las páginas de este blog, que estoy a punto de abandonar, se verá aliviada por el otro gran proyecto mastodóntico que ofrecí por entregas, en prueba de mi amor y mi admiración hacia el cine.

 

También acompañarán a ambos proyectos las aventuras del profesor This Aster, atravesando el túnel del tiempo, para llegar a la anhelada Oléhonia, viaje al que fue invitado gratuitamente en su día todo aquel que quiso.

Junto a ellos, dormitarán esas navidades futuras, que producían escalofríos y cuya inmersión en ellas también fue ofrecida de forma gratuita.

A falta de la reseña sobre mi última novela, La sombra naranja de la tarde, que no está incluida aún por pura consecuencia de mi desidia, pero que prometo incluir, antes de abandonar el blog definitivamente, aquí quedarán las impresiones sobre las cuatro publicadas y las curiosidades que me pareció oportuno dar a conocer sobre ellas.

Si el objetivo primordial de la creación del blog fue dar a conocer mi producción literaria, justo es que aquí quede para siempre.

Bueno, pues esto ha sido todo.

Continuaré escribiendo, entre otras cosas, porque me considero incapaz de no seguir haciéndolo. Claro que… ese hábito acabará transformándose en un vicio cada vez más solitario.

 Quiero despedirme haciendo mía unas frases de la extraordinaria novela, El largo adiós, del gran Raymond Chandler: «Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final».